Hace pocas semanas, la Real Academia de Medicina de Madrid eligió por unanimidad como miembro especialista en urología al Profesor Josep Maria Gil-Vernet Vila. Se trata de un hecho excepcional, un honor altísimo, muy raro, que solo han compartido cuatro catalanes más en toda su historia, cuatro auténticos hombretones: el padre de Gil-Vernet, el histórico Don Salvador (miembro de honor), los profesores Agustín Pedro-Pons y Pere Piulachs (dos clásicos barceloneses), miembros numerarios, igual que el prestigioso cardiólogo Gibert i Queraltó, que, además, era catalanista. Pero la Real basa precisamente su prestigio en la selección escrupulosa de sus miembros, integrando solo médicos de una excelencia absolutamente irreprochable por encima de cualquier otra consideración. En este sentido, los méritos de Gil-Vernet Vila son indiscutiblemente geniales. Descubridor de innumerables técnicas quirúrgicas para solucionar, rehacer, empalmar y reparar todo tipo de complicaciones relacionadas con el riñón, Gil-Vernet fue, sobre todo, el cirujano que el 23 de julio de 1965 realizó, juntamente con el nefrólogo e internista Antoni Caralps, el primer trasplante de riñón (con éxito) en el estado español, en los quirófanos del entonces depauperado Hospital Clínic de Barcelona. Hito impresionante que revolución el sector y convirtió Barcelona en la capital mundial de los trasplantes; empujón sin precedentes iniciada por Gil-Vernet, auténtico hombretón, que cumplidos los 86 años sigue operando. ¡Qué sea por muchos años!
Noticia publicada en el diario AVUI, página 23 del lunes 28 de julio de 2008